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Biodiversidad 101

La Tierra está sufriendo una extinción masiva que podría provocar la desaparición de hasta un millón de especies en las próximas décadas, y el ser humano está contribuyendo en gran medida a ello.

Las cifras son asombrosas: el tamaño de las poblaciones de especies vertebradas, que incluyen mamíferos, reptiles, aves y peces, se redujo aproximadamente a la mitad entre 1970 y 2010. Una cuarta parte de los mamíferos, el 40% de los anfibios y el 30% de los tiburones y rayas están actualmente en peligro de extinción.

Durante el siglo XX, las tasas de extinción fueron unas 100 veces más altas de lo que habrían sido sin que los humanos hubieran alterado significativamente la mayor parte de la superficie del planeta.

¿Qué significa esta pérdida de biodiversidad para el futuro del planeta y sus habitantes, y qué podemos hacer al respecto? El primer paso es comprender los conceptos básicos, que se explican en términos sencillos en este artículo:

¿Qué es la biodiversidad?
¿Cómo se mide la biodiversidad?
¿Cuáles son los beneficios de la biodiversidad?
¿Cuáles son las principales amenazas para la biodiversidad?
¿Cómo podemos proteger la biodiversidad?

¿Qué es la biodiversidad?
Acuñado por los biólogos en los años 80 como contracción de diversidad biológica, el término suele referirse a la variedad de la vida en la Tierra en su conjunto. El Convenio de la ONU sobre la Diversidad Biológica (CDB) lo desglosa de la siguiente manera:

Por “diversidad biológica” se entiende la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte.

Pero el CDB deja claro que medir la biodiversidad no es tarea sencilla:

Incluye la diversidad dentro de cada especie, entre especies y de los ecosistemas.

¿Cómo se mide la biodiversidad?

Empecemos por la biodiversidad entre especies, o diversidad de especies. Podría decirse que la medida más sencilla es la “riqueza de especies”, es decir, el número de especies que viven en una comunidad.

Pero la riqueza de especies no tiene en cuenta la abundancia relativa de cada especie, ni su importancia para un ecosistema o paisaje, ni su valor para las personas. Por eso, los biólogos han inventado índices de diversidad, como el índice de Simpson y el índice de Shannon, para tener en cuenta estos factores.

Cuando hablamos de pérdida de biodiversidad, a menudo nos centramos en las pérdidas de diversidad de especies, ya que es crucial para mantener el equilibrio de los ecosistemas, el valor nutricional de los alimentos y aumentar la resiliencia de los ecosistemas y paisajes ante las amenazas del cambio climático y otros riesgos como las malas hierbas y las plagas.

Pero la diversidad genética -las características de la composición genética de una especie- es igualmente importante, ya que garantiza la resistencia al cambio y a los factores de estrés a un nivel más individual.

Considere la siguiente analogía: en la inversión, una cartera diversificada minimiza el riesgo y suele proporcionar los rendimientos más fiables. Del mismo modo, la diversidad genética protege a una especie de ser aniquilada por un choque externo como un desastre natural o un brote de enfermedad.

A mayor escala está el concepto de diversidad de los ecosistemas, que mide cuántos ecosistemas diferentes existen en una zona geográfica o un paisaje más amplio. Cuantos más ecosistemas existan en un paisaje, más resistente será éste y más servicios podrá ofrecer a sus habitantes.

Entre ellos se encuentran los humedales, que contienen más del 40% del valor de los ecosistemas del mundo; las turberas, que almacenan un tercio del carbono del suelo del planeta; y los bosques tropicales menos conocidos, como los bosques monzónicos y kársticos, que se encuentran entre nuestras mejores defensas naturales contra el cambio climático.

También habrás oído hablar de los “puntos calientes de biodiversidad”. Se trata de paisajes con concentraciones excepcionalmente altas de biodiversidad. El 43% de las especies de aves, mamíferos, reptiles y anfibios sólo se encuentran en zonas que representan el 2,4% de la superficie terrestre.

¿Cuáles son los beneficios de la biodiversidad?¿Por qué es importante la biodiversidad?

La biodiversidad proporciona cuatro tipos principales de beneficios a los seres humanos: nutricionales, culturales, sanitarios y climáticos.
Los ecosistemas sanos y funcionales desempeñan un papel crucial en el sustento de los seres humanos al proporcionar necesidades y beneficios como alimentos, agua, fuentes de energía y secuestro de carbono, conocidos como “servicios ecosistémicos”.

Un estudio estima que, cada año, los bienes y servicios proporcionados por los ecosistemas del planeta aportan más de 100 billones de dólares a la economía mundial, más del doble del producto interior bruto (PIB) mundial. Pero aún queda mucho por debatir sobre cómo tener en cuenta los valores no monetarios, como la belleza natural, las funciones reguladoras y la provisión de hogares para humanos y animales.

Los servicios ecosistémicos se sustentan en la diversidad genética y la biodiversidad. La diversidad genética favorece la agricultura al aumentar la resiliencia y proteger frente a tensiones medioambientales como plagas, enfermedades de los cultivos y catástrofes naturales. Esto proporciona una fuente de ingresos y salvaguarda la seguridad alimentaria de gran parte de los pobres del mundo.

La biodiversidad también desempeña un papel en algunas “soluciones basadas en la naturaleza” para el cambio climático y los problemas causados por los cambios en el medio ambiente. Estas soluciones podrían aportar hasta un tercio de las reducciones de emisiones de carbono necesarias para cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

Sin embargo, incluir la biodiversidad en las soluciones basadas en la naturaleza debe ser una elección consciente. La plantación de árboles, por ejemplo, puede adoptar la forma de monocultivos (plantación de una sola especie en un paisaje) o de agrosilvicultura, que mezcla especies de cultivos agrícolas y árboles en un mismo paisaje para mejorar la sostenibilidad de ambos.

Aunque cada uno de estos casos ofrece un conjunto diferente de beneficios económicos y medioambientales, la mayoría de los expertos cantarán las alabanzas de las soluciones basadas en la naturaleza que tienen en cuenta la biodiversidad frente a las que no lo hacen.

Y no lo olvidemos: los diversos ecosistemas y paisajes del planeta también tienen un considerable valor intrínseco para los seres humanos, ya sea por sus oportunidades recreativas, su importancia cultural para las comunidades indígenas o su contribución a la salud física y mental. Sin biodiversidad, estos valores se perderán.

¿Cuáles son las principales amenazas para la biodiversidad?

En un importante informe publicado el año pasado, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) identificó cinco factores directos de pérdida de biodiversidad: cambios en el uso del suelo y el mar, sobreexplotación, cambio climático, contaminación y especies invasoras.

Estos cinco impulsores, argumenta, están a su vez impulsados por la creciente demanda de recursos naturales, así como por estructuras de gobernanza que priorizan el crecimiento económico sobre la conservación y la restauración.

Uso del suelo y del mar
La forma más generalizada de cambio en el uso de la tierra ha sido la expansión de la agricultura: según el informe de IPBES, más de un tercio de la superficie terrestre se destina actualmente a cultivos o a la ganadería, principalmente a expensas de los bosques, los humedales y los pastizales.

Los trópicos, que albergan los mayores niveles de biodiversidad de la Tierra, están viendo cómo sus ecosistemas son sustituidos por la ganadería en América Latina y las plantaciones en el sudeste asiático.

Otros cambios importantes en el uso del suelo son la tala, la minería y la urbanización. Los ecosistemas costeros y marinos también se han visto muy afectados por actividades como la acuicultura en alta mar, la pesca de arrastre de fondo, el desarrollo costero y la minería oceánica.

Sobreexplotación

La IPBES sugiere que la pesca ha tenido un mayor impacto en los ecosistemas marinos que cualquier otra actividad humana: el 33% de las poblaciones de peces marinos están actualmente sobreexplotadas, y el 60% están siendo pescadas hasta sus límites sostenibles. La caza furtiva también está llevando a muchos mamíferos al borde de la extinción.

El cambio climático

El ser humano ha provocado un calentamiento del planeta de aproximadamente 1 grado centígrado desde la era preindustrial, y la biodiversidad ya está sufriendo las consecuencias de ese calentamiento. El cambio climático está reduciendo la distribución de muchas especies (la zona geográfica en la que pueden sobrevivir), entre ellas casi la mitad de todos los mamíferos en peligro de extinción.

Los cambios en el equilibrio ecológico también pueden provocar que especies que pueden ser beneficiosas se conviertan en plagas una vez que sus enemigos naturales se reducen o desaparecen: pensemos en langostas, mosquitos o algas.

Muchas plantas y animales también están experimentando alteraciones en su fenología, que se refiere a los acontecimientos estacionales de su ciclo vital, como la floración, la migración y la hibernación.

Contaminación

La minería, la agricultura, la industria y otros cambios generalizados en el uso de la tierra contribuyen a la contaminación del aire, el agua y el suelo. La IPBES señala que las aguas costeras contienen los niveles más altos de metales y contaminantes orgánicos, como vertidos industriales y fertilizantes.

Asimismo, la contaminación marina por plásticos se ha multiplicado por diez desde 1980, afectando principalmente a las tortugas marinas, las aves y los mamíferos marinos, así como a los seres humanos indirectamente a través de la cadena alimentaria.

Especies invasoras

Una especie exótica invasora es una especie que se ha introducido en un nuevo lugar y empieza a perturbar su nuevo hábitat. Estas especies pueden amenazar la biodiversidad autóctona al competir con ella por los recursos, y se extienden cada vez más deprisa a medida que aumentan los viajes y el comercio internacionales. Según un estudio reciente, una sexta parte de la superficie terrestre es muy vulnerable a las invasiones, incluidos muchos puntos críticos de biodiversidad.

¿Cómo podemos proteger la biodiversidad?

La huella ecológica de la humanidad es aproximadamente un 70% mayor de lo que el planeta puede soportar, y en los países más ricos del mundo esa cifra es hasta cuatro o cinco veces mayor. Dadas estas enormes desigualdades tanto en el nivel de vida como en el impacto ecológico, los habitantes de los países industrializados pueden -y deben- poner de su parte para preservar la biodiversidad contribuyendo a crear sistemas globales más sostenibles.

A nivel individual, esto podría incluir reducir los viajes en avión, comprar productos ecológicos, comer menos carne roja, evitar la moda rápida y convertir el jardín de casa en un sumidero de carbono.

A nivel internacional y político, necesitamos compromisos para restaurar los ecosistemas de la Tierra, siguiendo los ejemplos de los Everglades y los agricultores del Sahel africano.

Las comunidades indígenas y locales son fuentes profundas y ricas de conocimientos tradicionales sobre la mejor manera de cuidar unos paisajes cada vez más frágiles. La innovación tecnológica también es una herramienta crucial.

Y dado que el valor monetario de la biodiversidad es superior al de toda la economía mundial, invertir en la recuperación del planeta es un claro argumento empresarial.

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