Por: Rebecca García Camps
En tan solo el mes de mayo del año en curso, varias tortugas marinas fueron asesinadas en la República Dominicana. Nuestras aguas son visitadas por cuatro especies, las cuales se encuentran en peligro de extinción, de acuerdo a la lista roja de especies amenazadas. Tres de estas tortugas, la verde (Chelonia mydas), la carey (Eretmochelys imbricate) y la tinglar (Dermochelys coriacea) anidan en las playas dominicanas. En los últimos días se han reportado que tanto la verde como la tinglar han sido asesinadas. Estas tortugas vienen a proveer la vida de lo que pudiera ser la próxima generación de tortugas marinas, ya que solo una de cada mil llega a ser adulta. Para que una de estas especies alcance la madurez sexual, tienen que esperar una estimación de 15 a 50 años dependiendo de la especie (Bjorndal y Zug, 1995).
¿Cuál es el costo económico y ecológico de perder estas especies? Una tortuga verde ayuda a que las praderas marinas sean más productivas; es como una vaca pastoreando su grama, ese corte ayuda a que la grama crezca más fuerte. Esto mismo es lo que las tortugas verdes hacen con las praderas marinas, las pastan. Las praderas marinas son plantas que proporcionan hábitat de especies, limpian el agua, protegen nuestras costas de la erosión y secuestran el carbón. Por tanto, la tortuga verde iguala a una mejora en la pradera, que a su vez equivale a una mejora en la protección costera y la pesca. Sí, la pesca. Si las praderas marinas colapsan, las pescaderías colapsan porque no habrán peces para pescar. Esto se conoce desde la década de los 1930, cuando una enfermedad debilitante en los pastos marinos causó una disminución en esta población, lo que condujo una disminución en la diversidad de especies y/o abundancia de peces (Lafferty y Harvell, 2014). En consecuencia, la disminución de la especie de tortugas verdes puede conducir a una disminución de la pradera marina.
En cuanto a su alimentación, las tortugas carey comen esponjas, es decir regulan la abundancia de esponjas en un arrecife. Con esta mecánica disminuyen su crecimiento y ayudan a los corales, que a su vez son los animales que proveen el hábitat del 25% de las especies marinas. Indirectamente, esta tortuga contribuye a la protección de los arrecifes de coral, los cuales protegen nuestras costas de la erosión, mantienen económicamente viable el negocio de las pesquerías y nos provee la arena blanca que atrae a una gran cantidad de turistas.
Por otro lado, los científicos no saben mucho sobre el papel ecológico que juega la tortuga tinglar en el medio ambiente. Es una especie pelágica, un animal que pasa la mayor parte de su vida en el océano. Por lo que no hay suficientes estudios sobre esta tortuga en su hábitat porque resulta costoso estudiar un animal que migra tan lejos. Lo que sí sabemos es que comen medusas y otros organismos de cuerpo blando. De hecho, una tortuga tinglar puede comer hasta el 73% de su peso corporal en medusas todos los días (Heaslip, et al. 2012).
Lo que estas tres especies tienen en común es que cuando llegan a la costa para hacer sus nidos, proporcionan muchos beneficios para estas playas. Por ejemplo un beneficio de la anidación de tortugas marinas es que los huevos que no eclosionan sirven como fertilizantes para las plantas costeras. Estas plantas ayudan a estabilizar las dunas de arena y protegen a las playas de la erosión (Hannan, 2007).
Las tortugas marinas son vitales para regular el ecosistema del que depende nuestro país, tanto por el turismo como por la pesca. Pero, si seguimos defendiendo a los pescadores que asesinan a las tortugas marinas u otras especies protegidas, bajo el argumento de que “son padres de familia y necesitan sustento”, ¿cuál sería el costo final? Si continuamos ignorando la ley de medio ambiente y recursos naturales, ni aplicamos consecuencias tras el asesinato de tortugas en peligro crítico de extinción, los números de estas especies seguirán bajando. Es un círculo vicioso: tratan de proteger a los pescadores porque necesitan sustento para su familia, pero a largo plazo cazar este tipo de animales impacta la cantidad de peces que llegan a las costas y la erosión de las playas lo que tendría un impacto directo tanto en los pescadores como en el turismo.
Sin lugar a dudas una especie extinta provocará un colapso en la pesca, lo cual lesionará a los pescadores. Entonces, para proteger el sustento de las comunidades que dependen de la pesca, debemos hacer cumplir la ley. Esto significa dar a conocer públicamente que los responsables recibirán y están recibiendo consecuencias, sin eso nada cambiará.
En otros lugares, como Costa Rica, Panamá y los Estados Unidos de América, las personas pagan alrededor de US$2,000 para ser voluntarios en playas de anidación, ayudando a etiquetar tortugas y monitorear nidos. Aparte de esto, los voluntarios tienen que comprar el boleto de avión y tienen más gastos de viaje que ayudan a mover la economía del turismo, todo esto solo por ver a las tortugas marinas y contribuir con su protección. En lugares como Cozumel, Holbox y Akumal en México, es bastante común bucear o hacer snorkel para observar tortugas marinas. Esto ayuda a promover un tipo de turismo sostenible que se reduce en beneficios económicos para el país.
No obstante, en la República Dominicana es extraño ver una tortuga mientras buceas y no hay un solo lugar que sea conocido por tener tortugas, a pesar de que tenemos playas que son reconocidas por la cantidad de anidación de las tortugas marinas.
Por ejemplo, la playa El Valle en Samaná, destino turístico donde se acampa, en este momento está prosperando con la cantidad de nidos que tiene. Este lugar puede desarrollarse con un turismo ecológico que involucre que los turistas acampen con el motivo de identificar los nidos. Esta sería la oportunidad perfecta para ayudar a la economía local y a la vez obtener datos a través de la ciencia ciudadana, con el fin de publicar documentos sobre la población de tortugas en playa El Valle. En consecuencia esto ayudará aún más en la conservación de las tortugas marinas.
Sin embargo, la economía en República Dominicana solo puede beneficiarse de las tortugas marinas si realmente las protegemos. No solo debemos de enfocarnos en estos tres casos recientes, sino que deben de haber más asesinatos de tortugas marinas que simplemente no han salido a la luz pública.
En enero participé en la liberación de una tortuga verde juvenil que fue capturada por pescadores en Montecristi. Al mes siguiente, los miembros del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales tuvieron que ir a rescatar a una tortuga marina que fue disparada con un arpón en la misma provincia para ser trasladada al Acuario Nacional.
Asimismo, en Bayahibe una tortuga carey se estaba desplazando constantemente en uno de los sitios de buceo y pudo ser fotografiada y admirada por muchos buzos, hasta que fue asesinada en enero por alguien en el área. Incluso recibí un reporte desde Punta Cana de una tortuga marina fue encontrada en la playa con sangre. La persona que me contactó dijo que parecía herida. No describió la lesión, así que no sé si fue de un tiburón (depredador natural) o una persona que quería comer su carne o vender su caparazón. Lo que sí sé es que la tortuga murió.
En lo que va del año 2020 en la República Dominicana intentaron matar a siete tortugas marinas; de estas tres fueron asesinadas y cuatro, por suerte, pudieron ser salvadas. Hay una adicional que murió (la de Punta Cana) pero se desconoce la causa de su muerte. A partir de estos números, debemos saber que tenemos un problema y que se deben tomar las medidas correctas rápidamente para garantizar la protección del resto de las tortugas marinas durante esta temporada de anidación.
En este momento, estamos obteniendo solo un fragmento de la cantidad de tortugas que están siendo asesinadas. No tomamos en cuenta las tortugas que matan en alta mar, sin dejar ninguna evidencia ni las que son asesinadas por chinchorros como la que casi murió en Bayahibe durante el COVID-19, la cual fue rescatada por pescadores y técnicos de FUNDEMAR que se preocuparon por su bienestar. Por tanto, si los responsables no sufren ninguna consecuencia, todo el tiempo y el esfuerzo que muchos ponen para proteger a las tortugas marinas en la República Dominicana se desperdiciará, y a la vez estas especies pueden terminarse de extinguir.
Fotos: Rebeca García y Pablo Rodriguez
Bjorndal, K.A, & Zug, A. (1995). Growth and age of sea turtles. Biology and Conservation of Sea Turtles.
Hannan, L.B., Roth, J.D., Ehrhart, L.M., and Weishampel, J.F. (2007). Dune vegetation fertilization by nesting sea turtles. Ecology 88(4): 1053-1058.
Heaslip, S.G., Iverson, S.J., Bowen, W.D., & James, M.C. (2012). Jellyfish Support High Energy Intake of Leatherback Sea Turtles (Dermochelys coriacea): Video Evidence from Animal-Borne Cameras. PLoS ONE http://dx.doi.org/10.1371/journal.pone.0033259
Lafferty, K.D. & Harvell, C.D. (2014). The role of infectious disease in marine communities. In Marine community ecology and conservation (eds Bertness MD, Bruno JF, Silliman BR, Stachowicz JJ), pp. 85–108. Sunderland, MA: Sinauer Associates.