Ariel Contreras @arieldemar /
Además de las notas de voz y videos que mandan nuestras tías por WhatsApp, donde se dan remedios mágicos para el coronavirus y se exponen teorías de conspiración que brindan material para una serie de ciencia ficción de Netflix (o bueno… Telemicro), hay otro tipo de desinformación acaparando las redes sociales, una que afirma que el coronavirus es la varita mágica que está salvando al planeta.
Este lío empezó por unos tweets que se hicieron a finales de marzo donde se mostraban cisnes y delfines “regresando a los canales de Venecia”, elefantes dándose un jumo de vino y luego echando una relajada pavita, entre otros. Estos tweets (¡Sorpresa!) resultaron ser falsos. Nat Geo aquí los desmiente. Pero, como alguien lo twitteó tiene que ser cierto, aunque no se verifique. Miles de personas compartieron, y ese fue el pan que cayó en manos de las sociedades hambrientas de esperanza mientras el mundo se pinta como un lugar oscuro.
A esto se suman los comentarios que hacen en estas publicaciones, que se pudieran resumir así: Gracias al coronavirus, los humanos (que son una plaga, el cáncer del planeta) están trancados y por ende la naturaleza está recuperándose, los animales están más presentes que antes; el planeta está tomando un respiro.
Y aquí es donde hay que ponerse el traje de buzo y tirarse, porque este tipo de pensamiento y de afirmaciones refleja un problema que es mucho más profundo que un par de palabras en redes sociales. Vamos como Jack, por partes (sorry):
- Los humanos son una plaga, un cáncer para el planeta. La lógica detrás de esto es la siguiente: hay humanos que le hacen daño al planeta, por ende, la humanidad es mala para el planeta. ¿Ven por qué esto es incorrecto? Es un perfecto ejemplo de sobregeneralización. Como dije en Instagram hace unos días ¿Acaso no pertenece a la humanidad todo el personal de salud que día y noche trabaja para salvar las vidas de los contagiados? ¿O los ambientalistas que han evitado que se deforesten miles de tareas de bosque? ¿O quienes rescatan niños y ancianos de situaciones vulnerables? La respuesta es sí y a mi entender, es una falta de respeto hacia la dignidad de esas personas referirse a ellos de esa manera, sin mencionar lo superficial y débiles que son estos argumentos. Quien desee juzgar, que se juzgue a sí mismo y no a quien no conoce.
Además, estos argumentos fatalistas no dan lugar al cambio ni a acciones que puedan mejorar la situación actual. Todo lo contrario… Estos argumentos, implícitamente, sugieren ideas muy oscuras que representarían un atraso para nuestras sociedades. La humanidad es un cáncer para el planeta. ¿Qué se hace con el cáncer? Se extirpa y/o se destruyen las células cancerígenas con quimioterapia. ¿Son estas las soluciones a las problemáticas ambientales, extirpar o destruir a la humanidad? ¿Volver a los tiempos de los campos de exterminio y de los genocidios ? Claramente no. Hay que detenerse a pensar en el peso de nuestras palabras y en las ideas que ponemos allá afuera.
- Ariel, pero estoy escuchando más aves, hay videos de tortugas “regresando” a Puntacana y tweets de delfines en Puerto Plata. ¡Claro que la naturaleza se está recuperando!
De verdad, yo quisiera decirles que sí y que hiciéramos una llamada por Zoom con 152 personas, sin pantalones, cerveza en mano y celebrar. Pero no. Amor no puede matar conocimiento.
Me explico: el período de cuarentena ha coincidido con la primavera, la estación del año donde las aves están más activas. Primavera, para estas bolas de plumas significa tres cosas: sexo, guerra y construcción de nidos. Adivinen qué hacen las aves para atraer parejas: cantan a lo Juan Luis – dame un beso en el pico, chichí. Y adivinen qué hacen para defender su territorio: cantan a lo Luis Días – salió echando tres carajos. Pueden leer más sobre esto aquí (y aquí el artículo original en inglés). Además de este incremento de actividad, tenemos que considerar que, debido a la cuarentena, el transporte está prácticamente paralizado y, por ende, la contaminación acústica es menor. Dígase, el canto de las aves ya no tiene tanta competencia.
Otra variable es que ahora estamos en nuestras casas 24/7, probablemente con más tiempo disponible, por lo que no sería sorpresa empezar a fijarnos en cosas que antes no percibíamos.
Quien trabaja fuera de su casa (una caja de cemento) sale y toma su vehículo o transporte público (una caja de metal) y llega a su lugar de trabajo (otra caja de cemento) a enfocar su atención en lo que tiene que hacer (o hacer el bulto cuando el jefe está cerca). Usualmente no hay tiempo para fijarse en esas cosas o no existe la posibilidad. Sin embargo, ahora que sí tenemos esa opción, lo estamos haciendo, pero no por esto debemos entender que es un fenómeno nuevo.
Las aves siempre han estado, pero nuestra atención no. ¿Creen ustedes que dos semanas o un mes es tiempo suficiente para que la población de aves se incremente significativamente? ¿No será que estamos cayendo en un sesgo de confirmación y proyectando nuestra hambre de esperanza en esas historias que vemos y nos hacemos? Este video lo explica sumamente bien.
La parte de las tortugas la voy a mantener breve: los avistamientos de tortugas en Puntacana no son para nada raros. Esto ha sido posible gracias a años de esfuerzos nacionales e internacionales. Como el ejemplo de los cisnes, decir que “regresaron” es insinuar que antes no estaban ahí y esto es incorrecto. Yo mismo he visto parejas de tortugas en varias ocasiones en Puntacana, así como nidos. Pueden verificarlo en este video de la Fundación Grupo Puntacana.
Lo mismo con los delfines en la costa norte. Aquí una foto de varios delfines hechas por el equipo de Divecenter Merlin Sosúa. (ÑAPA: cojan ahí… Navidad adelantada: este video de unas orcas en Saona, este de un tiburón ballena en Puntacana y estos delfines en Los Haitises. Todo esto fue documentado cuando no había cuarentena).
Repito: la vida silvestre siempre está ahí, simplemente no le prestamos suficiente atención. Ya que finalmente la estamos viendo, ojalá, ojalá, ojalá, no la olvidemos una vez todo regrese a la normalidad.
Fotos: Freepik